Han pasado más de 3 semanas de la elección Presidencial en Estados Unidos, y sólo hay 4 Mandatarios en el mundo que no han reconocido a Joe Biden como Presidente Electo, Vladimir Putin de Rusia, Aleksandr Lukashenko de Bielorrusia, Jair Bolsonaro de Brasil y Andrés Manuel López Obrador de México. Los 4 Presidentes tienen en común la buena relación y afinidad que han llevado con su homólogo Donad Trump.
En el caso de Putin, pesan los indicios de la intervención rusa en la elección del 2016 para que Donald Trump ganará la Presidencia; para aunar más en la sospecha, todavía esta semana Trump indultó a unos de los principales inculpados en la investigación judicial de la trama rusa, su ex Asesor en Seguridad Nacional, Michael Flynn y quién en su momento se declaró culpable de haber mentido al FBI sobreconversaciones con el Embajador de Rusia en Washington. Más allá de discrepancias en Política Exterior y sobre todo entre el Gobierno ruso y las Agencias de seguridad norteamericanas, queda claro que desde un inicio Trump fue el favorito de Putin para convertirse en Presidente y que ha existido una afinidad personal y hasta ideológica entre ambos, son las 2 grandes figuras políticas del Conservadurismo internacional.
Lukashenko por su parte, quien está en el poder de su país desde 1994, es un mandatario totalmente afín a Moscú, y cuyo apoyo ha sido fundamental para su permanencia en el Gobierno; El líder bielorruso, quién actualmente enfrenta un desafío sin precedentes desde su controvertida y enésima relección en agosto pasado, ha tenido que lidiar con miles de ciudadanos que salieron las calles, reclamando democracia y su salida, después de más de un cuarto de siglo como Presidente. Bielorrusia, es lo que se conoce en Relaciones Internacionales como un “Puppet Gverment”, y sólo reconocerá a Biden hasta que lo haga Moscú.
Pero si existe un Mandatario que haya sido un aliado sin cortapisas del Presidente Trump, ese es Jair Bolsonaro, quién durante el proceso electoral estadounidense abiertamente se manifestó por la relección del Candidato Republicano, con quién mantiene posturas de extrema derecha alineadas, como son la negación al cambio climático, la limitación de Derechos Humanos a la comunidad LGBTI y la Oposición absoluta al aborto legal. Además, el estilo personal de gobernar entre ambos Jefes de Estado es muy parecida, dónde los ataques a los medios de comunicación y las bravuconerías en contra de sus críticos es algo que los distingue.
Sin embargo, la gran pregunta es, ¿Por qué Andrés Manuel López Obrador no reconoce aun la victoria de Joe Biden? Y no lo ha reconocido a pesar de que varios gobernanteslatinoamericanos cercanos a las 4 T ya lo han hecho, como es el caso de Alberto Fernández de Argentina y Luis Arce de Bolivia; incluso Gobiernos que han sido adversarios históricos de Estados Unidos, como Nicolás Maduro de Venezuela, Miguel Díaz Canel de Cuba o Daniel Ortega de Nicaragua y recientemente lo hizo el Líder Chino Xi Jinping. López Obrador alude a su retórica de “No Intervención” en Política Exterior, aún y cuando si reconoció a Evo Morales en su intento de relección como Presidente en 2019, sin tomar en cuenta que el resultado oficial de la elección fue desconocido por la Oposición boliviana en su conjunto.
Es cierto que la Relación con el actual Gobierno de los Estados Unidos ha sido extremadamente compleja y que AMLO ha tenido que saber lidiar con un Presidente “Bullyng” cómo Donald Trump. También es verdad que lo ha hecho, asumiendo el costo político de alinearse con un Presidente beligerante y agresivo con los migrantes mexicanos, especialmente con los indocumentados y que no ha tendio el menor pudor en amenazar el propio gobierno mexicano en varias ocasiones, como sucedió con la advertencia de subir los aranceles a los productos mexicanos, si México no reforzaba de manera eficiente su frontera sur. El resultado de esta advertencia fue el mantener alrededor de 20 mil elementos de la Guardia Nacional,realizando labores de vigilancia en el Sur del país, para impedir la entrada de inmigrantes centroamericanos a nuestro territorio. El Gobierno de la 4T también permitió en los hechos, aunque no formalmente, que México se convierta en tercer país seguro, aceptando que miles de personas indocumentadas de diversas nacionalidades sean deportadas a nuestro país, en espera de su situación migratoria en Estados Unidos.
No obstante, estos y otros ejemplos no parecen ser elementos para que López Obrador quiera un cambio de Gobierno en los Estados Unidos, pareciera que inclusive tiene una muy buena relación personal con el Presidente Trump. Pero también es posible que AMLO tenga más coincidencias políticas con Trump, de las que podría tener con Biden. Una de ellas es fundamental y seguramente se convertirá en el principal problema en la Relaciones entre ambos países, la Política energética.
No es un asunto menor, para López Obrador su Política Energética es parte central y fundamental no sólo de su modelo económico, sino de su filosofía política, el petróleo y las energías fósiles como palanca de desarrollo. Mientras Trump salió del acuerdo de Paris para no tener que cumplir los compromisos en materia ambiental, lo cuales eran considerados un perjuicio para la industria petrolera en Norteamérica, Biden dará un giro de 180 grados en este tema. El Demócrata prometió en campaña que Estados Unidos regresaría al Acuerdo de Paris y que su gobierno apostará por las Energías Limpias; para ello acaba de nombrar a un peso pesado del Partido Demócrata, el ex Candidato Presidencial, ex Secretario de Estado y ex Senador, John Kerry, como “Enviado Especial para el Cambio Climático”, quien también estará en el Consejo de Seguridad Nacional, porque para el futuro Gobierno de Biden, el Cambio Climático es ya una amenaza a la par del Terrorismo, de ese nivel de importancia. Seguramente el Presidente Obrador terminará por reconocer a Joe Biden como Presidente, una vez que éste sea reconocido por el Colegio Electoral a mediados de diciembre, pero ya podemos poner en perspectiva que el tema energético y el medio ambiente tensará las relaciones entre ambos gobiernos.